"Érase Quesera" III
(Tomad aire, que esta es la parte más larga).
Resulta que en las cercanías del colegio se encontraba una casa muy grande que estaba rodeada de un jardín un tanto descuidado, donde habitaba el viejo gruñón verde (así era como lo llamaba Quesera).
El viejo gruñón verde se llamaba Matías, era un señor mayor de unos setenta años, muy feo (a Quesera le habían enseñado a valorar la belleza interior desde chiquitita, pero es que este señor era muy feo) y bastante respetado en el pueblo, aunque Quesera siempre sospechó que ese respeto, en realidad era miedo, en parte debido a que se trataba de un hombre con gran poder (era dueño de la mayoría de las tierras de la zona), en parte debido a su mala leche.
El caso es que la mayoría de las gentes se llevaban bien con él, y aunque casi nunca le hicieran caso cuando hablaba (era muy pesado), dejaban que sus hijos jugaran en los alrededores de su casa, e incluso a veces le pedían que los vigilara mientras ellos realizaban sus obligaciones.
La primera vez que Quesera vio al viejo Matías pensó qué raro, ese señor tiene la piel verde. Le dio un poco de repelús, pero cuando preguntó por ahí que por qué ese hombre tan feo era de color verde la miraron todos como dudando entre si se había vuelto loca, o si ya estaba con uno de sus chistes en la boca.
Al poco tiempo de llegar a Ansarme, Quesera se encontraba jugando con sus amigos a la salida del colegio, al lado de la casa del viejo Matías, cuando se les perdió el balón como por arte de magia. Eso era algo que solía ocurrir cuando jugaban en esa zona, y la cosa siempre concluía como misterio no resuelto.
Quesera opinaba que el balón debía de hallarse en las dependencias del viejo de cara verde, pero los niños le decían que no, que se limitaran a cambiar de juego, ya que siempre ocurría lo mismo, que el viejo Matías decía no saber nada al respecto
Pero a Quesera no le convencían nada ese tipo de respuestas, así que se decidió a saltar el muro, para ver si encontraba el dichoso balón, esperando que el viejo no la descubriera.
Una vez dentro del jardín, se sorprendió observando la especie de selva que se abría ante sus ojos. Comenzó a buscar entre los arbustos hasta que finalmente vio el balón l o sabía- pensó mientras sonreía para sí, cuando una desagradable voz le dijo: -¿Quién eres tú y qué haces en mis propiedades?-
Ella respondió con voz entrecortada:
- Soy Quesera y y es que , es que se nos cayó el balón aquí dentro-
- ¡Ese balón no es tuyo! Así que déjalo ahí y vete de mi casa, niña entrometida. ¡Vete!- Dijo el viejo mientras señalaba hacia una puerta cerrada que había en medio del muro - ¡Y que no me entere yo de que hables a nadie de esto!
Quesera salió corriendo mientras pensaba ya sabía yo que era verde este señor -
Los demás niños la estaban esperando fuera, así que al verla salir con la cara tan pálida se extrañaron y le preguntaron:
- Qué te pasa? ¿Es que has visto un fantasma?-
Ella se limitó a decir:
- No, no pasa nada, juguemos a policías y ladrones.
Clara le preguntó:
- ¿Qué? ¿Estaba el balón?
- No, respondió Quesera.
- ¿Ves? ¿Qué te decíamos nosotros? Dijo uno de los muchachos, con expresión de suficiencia en el rostro.
Desde ese día, cada vez que Quesera se encontraba con el viejo Matías tenía algún problema. O bien la miraba mal, o la trataba con desprecio, gritándola, incluso insultándola sin motivos. Parecía que el hombre tenía fijación con ella, y no perdía ocasión de intentar humillarla.
Al principio Quesera le respondía, no podía creer que el viejo fuera tan déspota, tan desagradable, ni mucho menos que se metiera con una simple niña, en lugar de buscarse a alguien de su tamaño y condición. Tampoco dejaba de asombrarle el hecho de que la gente se mantuviera impasible al observar semejante falta de decoro y aquello la enfurecía.
Lolo y Perchén eran los únicos que la defendían a capa y espada, sobre todo Perchén, que tampoco tenía buenos tratos con el viejo. Un día éste le susurró al oído: - Quesera, no digas nada, pero yo también le veo verde.-
Cuando Quesera se encontraba con Jaime y el viejo Matías se dejaba asomar, Jaime siempre tranquilizaba a la niña, pidiéndole que se limitara a ignorarlo.
Por fortuna transcurrían temporadas en las que Quesera no se topaba con el viejo verde, lo cual agradecía sobremanera, ya que el mero hecho de cruzárselo en su camino ya le causaba ardor de estómago.
Por supuesto, los padres de Quesera no sabían nada de todo esto, ya que ella no quería preocuparles, y el viejo mantenía la compostura delante de los padres de la niña.
Quesera en realidad sentía lástima por el viejo gruñón. Pensaba que era un pobre hombre amargado que no tenía a nadie, e intentaba llamar la atención de las demás personas como única forma de que alguien le hiciera un poco de caso, aunque se tratara de los niños que, según las teorías de Quesera, no le terminaban de gustar (a no ser que fuera para comérselos fritos), pero claro, ellos al menos jugaban delante de su casa, cosa que quieras que no, siempre acompaña un poco.
Sí, el viejo se las daba de simpático y cariñoso regalándoles cosas a los niños. Pero no colaba, resultaba muy patético el hecho de observar cómo un hombre de setenta años actuaba como si de un niño de cinco se tratara, sólo para intentar agradar.
En realidad había una niña que sí le gustaba al viejo Matías, y esa no era otra que la dulce Clara, la hija del alcalde.
Clara era una niña muy guapa de siete años, y Matías siempre le estaba regalando peluches y bombones, lo cual resultaba de lo más extraño. A la misma Clara le extrañaba la actitud que el viejo tenía con ella, pero simplemente se limitaba a aceptar los regalos con educación, dedicándole una amplia sonrisa y dándole las gracias. Al fin y al cabo, no había nada malo en el hecho de regalar peluches y bombones.
Al alcalde sí le preocupaba un poco el tema, pero mientras no pasara de ahí
Un día, estaba Quesera hablando con el jardinero Jaime cuando pasó el viejo Matías y le dijo:
- ¿Qué haces con esa niña idiota, Jaime?-
Jaime le dijo a su amiga que se calmara, que no se rebajara a su altura, ya que todos sabían que ese señor no andaba muy cuerdo.
Quesera hizo caso de Jaime, ya que tenía toda la razón. Además, si ya había desarrollado un sentido especial que le hacía ignorar todo lo que tuviera que ver con el viejo gruñón verde.
El viejo insistió:
- Esta niña tonta es la que se dedica a robar los balones de sus amigos.-
La niña se hartó, y casi sin pararse a pensar gritó:
- ¡Eso es mentira! ¡El que roba los balones de los niños es usted, que yo lo vi y por eso me tiene tanta manía, por eso me insulta y me trata siempre de esa manera! ¡Verde, que mire que es usted verde!
Con tanta fortuna que dio la casualidad que pasaba el alcalde por allí junto a los padres de Quesera y algunas de las demás gentes respetables del pueblo, lo cuales escucharon la extraña conversación. Dirigieron una mirada de total desaprobación hacia el viejo Jaime, el cual sintió tanta vergüenza que decidió ausentarse del pueblo durante una larga temporada.
Nadie sabía cuánto duraría el exilio del viejo Matías, pero desde entonces el pueblo lucía más colorido y alegre que nunca, exhibiendo una gama de verdes que no se recordaban desde los tiempos del charlestón. Después de todo, tal vez Quesera tuviera razón y no sólo el viejo Matías tuviera la piel de color verde, sino que la causa podría venir dada porque absorbiera la energía y color de los seres vivos que crecían con alegría y naturalidad por los alrededores.
Con el tiempo, todos fueron haciéndose mayores.
Jaime se fue un año a estudiar el C.O.U a Estados Unidos, se cansó (alegaba que las chicas americanas eran demasiado sosas) y decidió meterse a estudiar Arquitectura paisajística en Madrid, en la academia que Quesera le había buscado por Internet.
Actualmente se encuentra felizmente casado con Toni, que ha cogido unos kilitos que no sólo le sientan estupendamente, sino que le permiten dejar de ser tan diva, haciendo una vida normal. Jaime tiene bastante éxito como Arquitecto paisajista.
Lolo, cuyo apellido era Tip, conoció a un chico bajito y gordo (pero muy simpático) llamado Coll, y decidieron montar un dúo humorístico.
Están empezando y no les va nada mal. Entre actuación y actuación Lolo intenta enrollarse con su profesora de vocalización.
Sí, es un genio, pero por fortuna todo apunta a que no se suicidará a los 35.
El viejo Matías regresó al pueblo. Al final de sus días ya no era tan malo, pero quizás ya fuera un poco tarde. Murió de viejo, de pena, de soledad y de verdor.
Su tumba está rodeada de arbustos verdes que crecen salvajes y en la lápida hay un epitafio que reza: Verde que te quiero verde.
Quesera se hizo sexadora de pollos y le va bastante bien.
En verano se casará con una joven promesa del rap, del cual se comenta que es el nuevo Eminem español.
En cuanto a Perchén... Un buen día se fue con un titiritero ambulante que pasaba por allí y le ofreció trabajo. Ni Lolo, ni Quesera, ni los tíos de éste, con los que vivía, lo pudieron impedir.
Actualmente se encuentra en paradero desconocido.
Pero esa es otra historia.
FIN.
Dedicado al jovenPablo que se fue a estudiar el C.O.U a Estados Unidos.
Resulta que en las cercanías del colegio se encontraba una casa muy grande que estaba rodeada de un jardín un tanto descuidado, donde habitaba el viejo gruñón verde (así era como lo llamaba Quesera).
El viejo gruñón verde se llamaba Matías, era un señor mayor de unos setenta años, muy feo (a Quesera le habían enseñado a valorar la belleza interior desde chiquitita, pero es que este señor era muy feo) y bastante respetado en el pueblo, aunque Quesera siempre sospechó que ese respeto, en realidad era miedo, en parte debido a que se trataba de un hombre con gran poder (era dueño de la mayoría de las tierras de la zona), en parte debido a su mala leche.
El caso es que la mayoría de las gentes se llevaban bien con él, y aunque casi nunca le hicieran caso cuando hablaba (era muy pesado), dejaban que sus hijos jugaran en los alrededores de su casa, e incluso a veces le pedían que los vigilara mientras ellos realizaban sus obligaciones.
La primera vez que Quesera vio al viejo Matías pensó qué raro, ese señor tiene la piel verde. Le dio un poco de repelús, pero cuando preguntó por ahí que por qué ese hombre tan feo era de color verde la miraron todos como dudando entre si se había vuelto loca, o si ya estaba con uno de sus chistes en la boca.
Al poco tiempo de llegar a Ansarme, Quesera se encontraba jugando con sus amigos a la salida del colegio, al lado de la casa del viejo Matías, cuando se les perdió el balón como por arte de magia. Eso era algo que solía ocurrir cuando jugaban en esa zona, y la cosa siempre concluía como misterio no resuelto.
Quesera opinaba que el balón debía de hallarse en las dependencias del viejo de cara verde, pero los niños le decían que no, que se limitaran a cambiar de juego, ya que siempre ocurría lo mismo, que el viejo Matías decía no saber nada al respecto
Pero a Quesera no le convencían nada ese tipo de respuestas, así que se decidió a saltar el muro, para ver si encontraba el dichoso balón, esperando que el viejo no la descubriera.
Una vez dentro del jardín, se sorprendió observando la especie de selva que se abría ante sus ojos. Comenzó a buscar entre los arbustos hasta que finalmente vio el balón l o sabía- pensó mientras sonreía para sí, cuando una desagradable voz le dijo: -¿Quién eres tú y qué haces en mis propiedades?-
Ella respondió con voz entrecortada:
- Soy Quesera y y es que , es que se nos cayó el balón aquí dentro-
- ¡Ese balón no es tuyo! Así que déjalo ahí y vete de mi casa, niña entrometida. ¡Vete!- Dijo el viejo mientras señalaba hacia una puerta cerrada que había en medio del muro - ¡Y que no me entere yo de que hables a nadie de esto!
Quesera salió corriendo mientras pensaba ya sabía yo que era verde este señor -
Los demás niños la estaban esperando fuera, así que al verla salir con la cara tan pálida se extrañaron y le preguntaron:
- Qué te pasa? ¿Es que has visto un fantasma?-
Ella se limitó a decir:
- No, no pasa nada, juguemos a policías y ladrones.
Clara le preguntó:
- ¿Qué? ¿Estaba el balón?
- No, respondió Quesera.
- ¿Ves? ¿Qué te decíamos nosotros? Dijo uno de los muchachos, con expresión de suficiencia en el rostro.
Desde ese día, cada vez que Quesera se encontraba con el viejo Matías tenía algún problema. O bien la miraba mal, o la trataba con desprecio, gritándola, incluso insultándola sin motivos. Parecía que el hombre tenía fijación con ella, y no perdía ocasión de intentar humillarla.
Al principio Quesera le respondía, no podía creer que el viejo fuera tan déspota, tan desagradable, ni mucho menos que se metiera con una simple niña, en lugar de buscarse a alguien de su tamaño y condición. Tampoco dejaba de asombrarle el hecho de que la gente se mantuviera impasible al observar semejante falta de decoro y aquello la enfurecía.
Lolo y Perchén eran los únicos que la defendían a capa y espada, sobre todo Perchén, que tampoco tenía buenos tratos con el viejo. Un día éste le susurró al oído: - Quesera, no digas nada, pero yo también le veo verde.-
Cuando Quesera se encontraba con Jaime y el viejo Matías se dejaba asomar, Jaime siempre tranquilizaba a la niña, pidiéndole que se limitara a ignorarlo.
Por fortuna transcurrían temporadas en las que Quesera no se topaba con el viejo verde, lo cual agradecía sobremanera, ya que el mero hecho de cruzárselo en su camino ya le causaba ardor de estómago.
Por supuesto, los padres de Quesera no sabían nada de todo esto, ya que ella no quería preocuparles, y el viejo mantenía la compostura delante de los padres de la niña.
Quesera en realidad sentía lástima por el viejo gruñón. Pensaba que era un pobre hombre amargado que no tenía a nadie, e intentaba llamar la atención de las demás personas como única forma de que alguien le hiciera un poco de caso, aunque se tratara de los niños que, según las teorías de Quesera, no le terminaban de gustar (a no ser que fuera para comérselos fritos), pero claro, ellos al menos jugaban delante de su casa, cosa que quieras que no, siempre acompaña un poco.
Sí, el viejo se las daba de simpático y cariñoso regalándoles cosas a los niños. Pero no colaba, resultaba muy patético el hecho de observar cómo un hombre de setenta años actuaba como si de un niño de cinco se tratara, sólo para intentar agradar.
En realidad había una niña que sí le gustaba al viejo Matías, y esa no era otra que la dulce Clara, la hija del alcalde.
Clara era una niña muy guapa de siete años, y Matías siempre le estaba regalando peluches y bombones, lo cual resultaba de lo más extraño. A la misma Clara le extrañaba la actitud que el viejo tenía con ella, pero simplemente se limitaba a aceptar los regalos con educación, dedicándole una amplia sonrisa y dándole las gracias. Al fin y al cabo, no había nada malo en el hecho de regalar peluches y bombones.
Al alcalde sí le preocupaba un poco el tema, pero mientras no pasara de ahí
Un día, estaba Quesera hablando con el jardinero Jaime cuando pasó el viejo Matías y le dijo:
- ¿Qué haces con esa niña idiota, Jaime?-
Jaime le dijo a su amiga que se calmara, que no se rebajara a su altura, ya que todos sabían que ese señor no andaba muy cuerdo.
Quesera hizo caso de Jaime, ya que tenía toda la razón. Además, si ya había desarrollado un sentido especial que le hacía ignorar todo lo que tuviera que ver con el viejo gruñón verde.
El viejo insistió:
- Esta niña tonta es la que se dedica a robar los balones de sus amigos.-
La niña se hartó, y casi sin pararse a pensar gritó:
- ¡Eso es mentira! ¡El que roba los balones de los niños es usted, que yo lo vi y por eso me tiene tanta manía, por eso me insulta y me trata siempre de esa manera! ¡Verde, que mire que es usted verde!
Con tanta fortuna que dio la casualidad que pasaba el alcalde por allí junto a los padres de Quesera y algunas de las demás gentes respetables del pueblo, lo cuales escucharon la extraña conversación. Dirigieron una mirada de total desaprobación hacia el viejo Jaime, el cual sintió tanta vergüenza que decidió ausentarse del pueblo durante una larga temporada.
Nadie sabía cuánto duraría el exilio del viejo Matías, pero desde entonces el pueblo lucía más colorido y alegre que nunca, exhibiendo una gama de verdes que no se recordaban desde los tiempos del charlestón. Después de todo, tal vez Quesera tuviera razón y no sólo el viejo Matías tuviera la piel de color verde, sino que la causa podría venir dada porque absorbiera la energía y color de los seres vivos que crecían con alegría y naturalidad por los alrededores.
Con el tiempo, todos fueron haciéndose mayores.
Jaime se fue un año a estudiar el C.O.U a Estados Unidos, se cansó (alegaba que las chicas americanas eran demasiado sosas) y decidió meterse a estudiar Arquitectura paisajística en Madrid, en la academia que Quesera le había buscado por Internet.
Actualmente se encuentra felizmente casado con Toni, que ha cogido unos kilitos que no sólo le sientan estupendamente, sino que le permiten dejar de ser tan diva, haciendo una vida normal. Jaime tiene bastante éxito como Arquitecto paisajista.
Lolo, cuyo apellido era Tip, conoció a un chico bajito y gordo (pero muy simpático) llamado Coll, y decidieron montar un dúo humorístico.
Están empezando y no les va nada mal. Entre actuación y actuación Lolo intenta enrollarse con su profesora de vocalización.
Sí, es un genio, pero por fortuna todo apunta a que no se suicidará a los 35.
El viejo Matías regresó al pueblo. Al final de sus días ya no era tan malo, pero quizás ya fuera un poco tarde. Murió de viejo, de pena, de soledad y de verdor.
Su tumba está rodeada de arbustos verdes que crecen salvajes y en la lápida hay un epitafio que reza: Verde que te quiero verde.
Quesera se hizo sexadora de pollos y le va bastante bien.
En verano se casará con una joven promesa del rap, del cual se comenta que es el nuevo Eminem español.
En cuanto a Perchén... Un buen día se fue con un titiritero ambulante que pasaba por allí y le ofreció trabajo. Ni Lolo, ni Quesera, ni los tíos de éste, con los que vivía, lo pudieron impedir.
Actualmente se encuentra en paradero desconocido.
Pero esa es otra historia.
FIN.
Dedicado al jovenPablo que se fue a estudiar el C.O.U a Estados Unidos.
9 comentarios
Stuffen -
Así me gusta, todo de un tirón, como una campeona (no sé si yo sería capaz).
Me alegra que te haya divertido, porque no buscaba otra cosa (bueno, también un poco de venganza, ejem.. Pero eso sí que es otra historia).
white -
Enhorabuena Stu.
Stuffen -
Muchísimas gracias por haber hecho el esfuerzo de leerlo todo.
Me alegra que te haya parecido divertida y te haya entretenido mi historieta.
Saludines.
NOFRET -
(y vaya con los padres, llamarla Quesera, pobre niña!)
Me he pasado un buen rato entretenida con tu cuento, tanto que me olvidé la hora que era y ahora me estoy durmiendo! :)
Stuffen -
Bueno, la verdad es que el personaje que más se podría parecer a mí es el de Quesera, pero vamos, esa niña no soy yo, que conste.
Goreño -
Stuffen -
En cuanto a la Arale, sí, yo creo que Quesera se podría parecer a ella, ¿tú qué crees?
Un beso y un premio por haberlo leído todo.
Stu.
Gracias a ti, Pablo (va, que verás lo que le sucedió a Perchén).
Pablo -
Gracias, artista.
Perro Callejero -
El fin del cuento coincidió con el fin de mi piruleta. Q cosas no?
Un besote, me ha gustado conste q leí toda la parte larga tb.
Salu(2)